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Bonos a ejecutivos por resultados financieros, ¿una práctica socialmente irresponsable?

Bonos a ejecutivos por resultados financieros, ¿una práctica socialmente irresponsable?

Tradicionalmente, la creación de valor económico para el accionista ha sido el factor crucial en la fijación de salarios para ejecutivos. No obstante, algunos sugieren que los esquemas de compensación también deberían incluir objetivos no financieros de responsabilidad social.

El salario a ejecutivos es un tema delicado porque constituye un punto clave del gobierno corporativo, la disciplina que pretende minimizar la divergencia de intereses entre los propietarios de la empresa y sus directivos. El salario es una manera de alinear el comportamiento de los ejecutivos con los intereses de la organización. Se asume que mientras más preparado y experiencia tenga un ejecutivo, este deberá optar por rentas mayores. Pero este supuesto no mide parámetros éticos, sociales y de responsabilidad.

Normalmente, los sistemas de retribución han estado dominados por la «teoría de la agencia», que propone una relación positiva entre el ingreso del directivo y los resultados de la empresa.

Según esta teoría, para incentivar a los ejecutivos a defender los intereses de los accionistas, es necesario imponer un esquema de remuneración variable elevada basado en los resultados financieros y valor en bolsa de la empresa.

No obstante, si bien la teoría de la agencia es el paradigma dominante en compensaciones, no existe evidencia concluyente sobre su capacidad para promover el éxito de la organización. De hecho, la experiencia indica que a veces se produce todo lo contrario, es decir, el ejecutivo toma una posición y actúa influenciado por su meta final, la cual puede ser lograr –como sea- buenos indicadores financieros para influir en la valorización de la compañía que estén haciendo los analistas bursátiles.

De hecho, algunos investigadores atribuyen los escándalos empresariales al exceso de celo en la maximización del valor para el accionista sin reparar en sus efectos sobre otros grupos de interés.

En escándalos como el de Enron en USA y La Polar en Chile, ejecutivos muy bien pagados sobre esquemas basados en la teoría de la agencia perjudicaron enormemente a empleados y accionistas, llegando en algunos casos, a ocultar información, tener doble contabilidad y entregar información imprecisa a proveedores, clientes y empresas auditoras.

Así, la ética empresarial y la responsabilidad social corporativa entraron en el debate sobre la retribución de los ejecutivos.

Tras los escándalos corporativos, salieron a la luz muchos de los defectos de los esquemas tradicionales de remuneración.

En efecto, la compensación basada exclusivamente en indicadores de rendimiento financiero suele generar incentivos de corto plazo que pueden perjudicar la sustentabilidad de la organización a través del descuido de las relaciones con los stakeholders.

Así, en los últimos tiempos, han surgido propuestas de vincular la remuneración de los ejecutivos al valor creado para los distintos grupos de interés de la organización.

Las empresas socialmente responsables gozan de mayor reputación en el mercado y tienen más probabilidades de crecer sustentablemente.

De esta forma, agregar objetivos de responsabilidad social a los indicadores estrictamente financieros puede ser una buena manera de alinear las acciones de los ejecutivos con la sustentabilidad de la empresa.

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